Aunque no se tiene claro su origen, parece ser que fue un asentamiento militar romano, por los restos hallados, que se excavaron en una zona donde había habido con anterioridad fundaciones de otras poblaciones.
Tras la ocupación romana, el Castillejo albergó también asentamientos árabes, pero sin perder su carácter defensivo. Los cronistas de aquella época señalan que en el lugar que hoy se levanta Abrucena existía un castillo o baluarte para la defensa de la zona.
Actualmente únicamente quedan vestigios de un lienzo del muro y un aljibe.