Manuel Rivera Ruiz nació en Adra en 1912, hijo de un humilde jornalero. A muy temprana edad se trasladó con su familia a Almería, afincándose en el barrio de La Chanca.
Su pasión por el flamenco se despertó en la juventud, aunque también mostró interés por el mundo taurino. A los dieciséis años marchó a La Línea y Algeciras junto a un grupo de maletillas aspirantes a toreros, entrando en contacto con los ambientes flamencos del Campo de Gibraltar.
En 1928, bajo el nombre artístico de Niño de la Alcazaba, actuó en un café cantante de Ceuta junto a figuras como Angelillo el Jerezano y Macandé de Cádiz. Tras cumplir el servicio militar en Madrid, regresó a Almería y debutó profesionalmente en el Teatro Cervantes en un festival benéfico, ya con el sobrenombre de Niño de la Ribera, que más tarde evolucionó a Manolo de la Rivera.
Durante la época de la llamada Ópera Flamenca, alcanzó gran reconocimiento en los escenarios nacionales, destacando por su estilo personal en los cantes mineros y de Levante, propios de su tierra natal. Su cante fue descrito como una mezcla de ingenuidad e ingenio, con improvisaciones arriesgadas y destellos de genialidad.
A lo largo de su carrera compartió cartel con artistas de renombre y se convirtió en uno de los referentes del flamenco almeriense del siglo XX.
Falleció en 1990 en Málaga, dejando un legado artístico que aún se recuerda en el mundo del flamenco.