De formación autodidacta, tuvo estudio en la calle Consistorio de Jerez de la Frontera.
Fue un retratista muy popular por su oferta variada: ampliaciones al platino sobre papel, seda, rasos e hilos. Vendía también vestidos para comuniones, mantones de Manila y mantillas. En el dorso de los cartones estampaba la frase publicitaria: “Se trabaja todos los días aunque esté lloviendo”.
Se trasladó a Madrid a finales del siglo XIX y abrió estudio en la carrera de San Jerónimo, donde tomó contacto con el ambiente del espectáculo, en especial el teatro y los toros. El estudio había pertenecido con anterioridad a E. Otero (*Fotografía Americana*), especialista en cartes de visite.
Fue colaborador habitual de las revistas Comedias y Comediantes, Nuevo Mundo y Blanco y Negro. En 1903 fue premiado con la Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Madrid y en 1908 formó parte del grupo que constituyó la Primera Asamblea Nacional de Fotógrafos, celebrada en Valencia.
En diciembre de 1910, Blanco y Negro le dedicó un artículo a página con el título “Los que hacen el periódico”, ilustrado con un retrato caricaturizado de Robledano, donde se destacaba su popularidad entre artistas, toreros, ministros y diplomáticos que acudían a su estudio.
Tras su muerte en 1910, se hizo cargo del estudio su hijo Diego Calvache Gómez de Mercado.
Su trayectoria refleja:
Diego Calvache Yáñez fue uno de los fotógrafos más reconocidos de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Su labor como retratista y su participación en la organización profesional de los fotógrafos lo convierten en una figura destacada de la historia de la fotografía española, con raíces en Almería.